Sólo hay una manera de asegurarse de que las fotos de boda cumplan nuestras expectativas, y esa es teniendo en consideración lo que los fotógrafos necesitan para trabajar bien.
Las fotos de boda implican un trabajo duro y meticuloso, que requiere estar con los cinco sentidos en alerta para no perderse ni un segundo importante -especialmente esos que suceden entre bambalinas, cuando menos lo esperamos-, conocer bien (o todo lo bien que se pueda) a la pareja, y prestar atención a los pequeños detalles con el mismo mimo que harían los familiares, amigos y personas queridas de la pareja que se casa.
“Las fotos de boda han sufrido en los últimos años una auténtica revolución con la llegada de tendencias artísticas y fórmulas documentales. Lo que hasta hace poco era una simple captura de momentos puntuales, como los anillos o el arroz, se ha convertido en la búsqueda de reportajes completos, cargados de sentimientos, emociones y belleza”. “A todo esto ha contribuido la difusión de las fotografías a través de nuevos medios, como Internet y redes sociales, que han logrado que los fotógrafos alcancen más visibilidad y que los novios adquieran una cultura visual amplia y exigente.”
Algo que resulta evidente con el auge de las nuevas tecnologías y su impacto en los diferentes procesos de la boda, pero especialmente durante la organización, cuando nos formamos una idea preconcebida de cómo será ese día. Es en este momento que se crean también las expectativas que deberán cumplirse más adelante, en el día B, cuando finalmente entren en acción todos los engranajes necesarios para pasar por el altar. Las más populares: los tablones de Pinterest, que cambiaban por completo el concepto de planificación visual, acercando a la novia cada vez más a la figura de la wedding planner, y sustutuyendo los tradicionales recortes de revistas por álbumes digitales, hashtag y pins. También Instagram, una de las herramientas clave para dejarse llevar por fotos de boda ajenas, encontrar el perfecto florista para nuestro ramo de novia, o hacer anuncios y mantener al día a nuestros seguidores sobre los avances en la planificación.
El acercamiento entre los profesionales las fotos de boda y los novios, hace además que en muchos casos los fotógrafos “se humanicen para poder entrar en la piel de las parejas y realizar un trabajo mucho más cercano”. Si bien este acercamiento es fundamental para llevar a cabo los encargos de los novios con profesionalidad, existen una serie de errores y problemas que se dan prácticamente en todas las bodas, y que pueden complicar un poco la labor del fotógrafo sobre el terreno.
1. El fotógrafo no puede ser un desconocido. “La persona que acompaña, cámara en mano, a la pareja en uno de los días más importantes de tu vida, no puede ser un completo desconocido. Hay momentos de la boda muy íntimos en los que el profesional que los inmortaliza no puede suponer distancia y tensión. Para mejorar estas situación es hay herramientas como la pre boda en la que los novios se habitúan a los clicks de la cámara y conocen el trato del fotógrafo profesional, o en su defecto, reuniones previas. Son imprescindibles”.
2. Cuando los invitados son fans de la fotografía. “Las bodas parecen ser el perfecto caldo de cultivo para que los parientes o amigos de la pareja desplieguen todo el equipo fotográfico que tienen en casa; a veces al fotógrafo profesional le resulta un verdadero drama evitar el efecto que todas estas personas tienen en las fotos de boda. Para evitar problemas, resultaría muy útil que los novios aconsejasen a los invitados dejar los equipos en casa. Esto se puede hacer de varias formas, pero las más acertadas son exponerlo en las invitaciones de boda y con algunos carteles informativos”.
El principal problema es que los fotógrafos amateur suelen aparecer en medio de todas las fotografías, además de hacer saltar los flashes en el peor momento, interfiriendo en el trabajo del profesional. “Son situaciones fatídicas. Es como si los invitados fuesen aficionados a la cocina, y se les ocurriese interferir en el trabajo de los cocineros.”
3. El teléfono, mejor que la cámara. “Con los teléfonos móviles ocurre algo parecido, aunque quizás no tan problemático, siempre y cuando no sea en los momentos cruciales del día. Si hay que elegir entre uno u otro, mejor llevarse a las bodas el smartphone que la cámara reflex”.
4. Cuando unos invitados importan más. “Lo normal es que el fotógrafo no conozca a los invitados ni la importancia que éstos tienen para los novios. Es conveniente que los novios tengan muy claro, antes del día de la boda, qué fotografías de grupos van a hacerse. Esto evita pérdidas de tiempo. Sobre todo si se tiene en cuenta que el momento de tomar estas imágenes suele preceder a la comida o cena, cuando el resto de invitados disfrutan del cóctel. No alargar este tiempo de espera depende exclusivamente de acordar una planificación milimétrica de las imágenes, previa a la boda.”
5. Ayuda en los momentos especiales. “En las bodas actuales es fácil que ocurran acontecimientos inesperados, sorpresas y un sin fin de momentos que los novios desearán tener en sus fotos de boda. Para que el fotógrafo esté siempre presente es necesario que los novios nombren a una persona que se encargue de avisar al profesional en estos momentos. Puede ser que el fotógrafo se encuentre realizando otra tarea, o simplemente descansando”.
6. Depositar toda la confianza en el fotógrafo. “Una vez que la pareja elige al fotógrafo profesional y se pone en sus manos, lo mejor es dejarle hacer. El gran consejo es confiar en su criterio y que las fotos de boda no supongan un estrés o una preocupación para los novios”.